9/27/2009

Las Marimbas de Chinameca

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La Marimba de Don Chema Hernández

Como he dicho, el padre de Hernán Calles era músico y carpintero. Sin decirle nada a nadie, don José María o don Chema, como se le conocía amistosamente, se puso a fabricar una marimba con todas la reglas de la técnica musical y de la carpintería. Elaboró durante semanas y meses los tabloncillos de cedro hasta convertirlos en una especie de plywood bien lijados pero no barnizados; preparó las reglas paralelas en número de cuatro e igual número de faldones con la diferencia de que uno de los pares eran más pequeños que los otros. Los faldones fueron perforados con broca y trépano. Hizo dos marimbas que formaban un conjunto completo, una grande o mayor que contenía los bajos; el centro o armonía, el tiple o melodía y contratiple y una pequeña o menor, que se denominaba tenor o sea la de las voces segundas o longitud. Los faldones fueron barnizados con barniz de muñeca, brillante, color caoba y el instrumento fue llamado “Marimba Atlacatl”.

El nombre lo pintó en letras góticas color dorado su hija mayor María Elisa.

Las dos marimbas tenían dos teclados, como el piano y su sonido estaba bien regulado de modo que la escala cromática quedaba completa.

El conjunto marimbístico quedó formado de la siguiente manera: director y tiplista melódico el maestro Chema; contratiple, Hernán Calles; centro armonía, Guadalupe Gonzáles (Guadaña); bajos, Salvador Hernández; en la marimba mayor. En la menor, las dos hermanas de Hernán Calles, María Elisa y Rosa Angelina. Posteriormente se le añadió al conjunto un contrabajo que tocaba Salvador, el hermano de Hernán Calles, pasando los bajos a Onésimo Díaz, a quien le decían “Necho” y una batería compuesta de bombo que se sonaba con pedal, tambor, panderetas y platillos, conjunto de artefactos que eran tocados por Clemente Mejía, q quien le decían “Capirucho” y que era el maestro de coro de la Iglesia.

No fue difícil para el maestro don José María formar el conjunto marimbístico. En primer lugar sus hijos María Elisa, Rosa Angelina, Salvador y Hernán, que a la sazón tenían diecinueve, dieciséis, trece y seis años de edad, respectivamente, sabían todos los elementos fundamentales de la música pues todos eran solfistas y tocaban con bastante propiedad, la primera el violoncello, la segunda el violín, el tercero el violín y el contrabajo y el último el violín y la mandolina. Todos ellos aprendieron con rapidez a trémolo o redoble sobre las teclas. Guadalupe, Onésimo y Clemente ya habían tocado en otros conjuntos.

La marimba tuvo gran aceptación en la ciudad y con mucha frecuencia era buscado el conjunto para amenizar no sólo comuniones o bautismos, sino casamientos y otros festivales en el casino y en los salones de clubes deportivos.
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1 comentario:

Lic. Panameño dijo...

Recuerdo algunas de esas anecdotas como si fuera ayer... Se admiraba él mismo de haber aprendido a tocar a tan corta edad...